Kaminaljuyu fue la capital regional prehispánica más importante del altiplano central guatemalteco. Además, es uno de los sitios con más relevancia de la zona maya en Guatemala y con una larga ocupación en Mesoamérica, ya que va desde el año 800 a.C. aproximadamente hasta el año 900 d.C., casi dos mil años.  Bautizada por el arqueólogo Antonio Villacorta en 1936 como Kaminaljuyu, su nombre en k´iché, significa “cerro de los muertos” o “colina del muerto”, debido a la cantidad de fragmentos de huesos que se encontraron en los montículos de la ciudad. Fue asentada en este lugar por su abundante agua y tierra fértil, lo que le permitió convertirse en uno de los principales centros de comercio del período Preclásico hasta finales del Clásico Tardío. 

Adicionalmente, Kaminaljuyu llegó a ser un gran centro de poder económico basándose en la producción agrícola, pero también en el control, intercambio y distribución de la obsidiana -un vidrio natural de origen volcánico- y su respectiva comercialización. En varios idiomas mayas se refieren a ella como “chay”, nombre del que surgió el vocablo guatemalteco “chaye”, con el que ahora se indica un pedazo de vidrio filoso. Con este material se fabricaba todo tipo de herramientas, como cuchillos, navajas, puntas de proyectil y raspadores; piezas preciadas como orejeras, excéntricos o en incrustaciones en su arquitectura porque se le consideraba un material creado por los dioses.

Museo Miraflores reúne a los antepasados de Kaminaljuyú 

En el nuevo edificio de Museo Miraflores se encuentran colecciones con piezas arqueológicas de gran valor que ilustran la historia de los primeros habitantes de lo que hoy es la Ciudad de Guatemala.  Su renovación ha abierto espacio a más obras que permiten descubrir los adelantos y tecnologías de los antiguos mayas y las maravillas creadas por los habitantes de Kaminaljuyu.  

Conformada por piezas originales, la colección que se exhibe hace de Museo Miraflores único en su categoría, en una rica combinación con las experiencias participativas que los visitantes tienen a su alcance.  El trabajo museográfico permite aprovechar el espacio para estimular y atraer la curiosidad de niños y jóvenes con actividades de exploración e interacción práctica, dándoles la oportunidad de analizar el legado de esta ciudad prehispánica, profundizar en su historia y revivir sus relatos, generando un impacto en la cultura guatemalteca.

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Incluso se muestra la recreación de una de las tumbas más importantes y grandes encontradas en Kaminaljuyu: la Tumba 2 de la Estructura E-III-3, que corresponde a una edificación que tenía más de 20 metros de altura.  En el interior de esta tumba había cuatro individuos, navajas de obsidiana, cuentas de jade, cristal de roca, espinas de pez raya y más de 150 vasijas de cerámica.

En el caso de los tres montículos que se encuentran en el jardín, se crearon condiciones estables para la preservación de estos edificios, los cuales permanecen recubiertos de tierra y césped para lograr una capa protectora natural que funciona como aislante de humedad y de cambios de temperatura.  Lo anterior responde a que la arquitectura de Kaminaljuyu se caracterizaba por ser principalmente de tierra, barro, adobe y talpetate (toba volcánica natural), materiales difíciles de conservar y por tanto, no pueden permanecer expuestos. 

“Museo Miraflores valora la importancia de la protección, conservación y difusión del legado de la cultura maya y los nuevos espacios que generan un gran impacto en la comunidad. Con su renovación, este centro cultural proyecta y comunica una visión más completa y actualizada de la riqueza que nos dejaron los habitantes de Kaminaljuyu”, comenta Liwy Grazioso, Directora de Museo Miraflores.

Con esta ampliación, Spectrum confirma su compromiso con un desarrollo responsable, que valora y protege el patrimonio cultural, consolidándose como uno de los mejores museos del país. 

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